Voy a inaugurar una sección en el blog. Tengo que agradecer la idea a una conversación que surgió el otro día entre humo y café:
las dudas sobre el cuerpo humano con las que me acribillan por la simple razón de estudiar Medicina. A veces resulta curioso preguntar a alguien cómo está o cómo está su familia y oir a continuación un compendio ilustrado sobre las patologías que afectan a sus seres queridos que ya le gustaría al mismísimo Harrison. Pero es algo que ya me avisaron cuando entré en 1º con la ilusión de curar a la humanidad de sus males:
“A partir de ahora sois los médicos oficiales de vuestra familia, amigos, vecinos e incluso de los transeúntes que os vean con los libros de clase”.
Y así fue…
La mayoría de las veces me preguntan sólo curiosidades sobre el funcionamiento del organismo, otras se convierten en miedos disfrazados de curiosidad. La verdad es que es frustrante no tener respuesta a todas esas dudas porque ves la decepción en sus caras y te sientes impotente de no calmar sus intrigas. Y para las que tengo respuesta… les parece aburrido y pierden toda la magia que ellos habían creado alrededor de una simple uña.
Lo que más me gusta de estos momentos es que me inspiran a investigar sobre el asunto y a encontrar mis propias respuestas en los libros que hasta ese instante acumulaban polvo en la estantería. A veces pienso que es como realmente aprendo y no con las pesadas clases magistrales
power-point-dependientes.
Y aquí está la última curiosidad resuelta que me han consultado en varias ocasiones:
¿Por que una persona no puede hacerse cosquillas a sí misma?Buena ¿eh?
Reirse cuando otra persona te hace cosquillas es una reacción natural. Los científicos descubrieron que la sensación es similar en un principio al miedo y, por tanto, sería un mecanismo de defensa ante animales, bichos… Si alguna araña se atreve a pasearse sobre nuestra piel, produce un cosquilleo que activa la señal de alarma para girar la cabeza, dar un grito y correr como loco buscando a alguien que te quite la araña de encima. Mecanismo natural de defensa del ser humano por excelencia…
La mayoría de nosotros tenemos alguna zona de nuestro cuerpo especialmente sensible a las cosquillas y, normalmente, es bastante fácil de encontrar. Sin embargo, el factor sorpresa es algo esencial. Aquí es donde estriba la diferencia entre las cosquillas inducidas y las auto-cosquillas.
Está claro que no es algo meramente sensitivo, puesto que de ser así tampoco tendríamos esa sensación cuando alguien nos hace cosquillas. Esto tiene que ser cosa del cerebro…
En el cerebro existe una parte, el
cerebelo, que se encarga de controlar nuestros movimientos. Esta región es capaz de predecir las sensaciones de nuestros propios movimientos pero no cuando esos movimientos los hace otra persona (Estas personas serían los bichos de los que nos tenemos que defender).
Cuando intentamos hacernos cosquillas, el cerebelo predice esa sensación y se cancela la transmisión hacia otras áreas cerebrales relacionadas con las cosquillas. Con respecto a esto, hay estudios que revelan la existencia de dos áreas de la corteza cerebral que se activan cuando nos reímos por las cosquillas: una procesa el tacto y la otra procesa la sensación agradable. Por tanto, estas dos regiones se inhiben porque el cerebelo no tiene intención de avisarlas ya que sabe perfectamente lo que se va a encontrar después.
Y eso es todo.
Es un buen momento para intentar hacerte cosquillas, a ver qué pasa.
Y no vale hacerse el tonto… que el cerebro es muy listo.